Llegan a su fin las comuniones 2016 y puedo afirmar que he disfrutado mucho este año y sobre todo, he aprendido de cada uno de los niños y niñas con los que he compartido esta experiencia.
Ellos me han demostrado que son diferentes, unos más tímidos, otros más extrovertidos pero todos especiales y únicos. Nunca he pretendido captar simplemente a la persona, en cambio siempre he intentado conectar con ellos buscando conseguir la complicidad entre ambos para así poder reflejar miradas limpias, infantiles, puras, naturales y sinceras; y la muestra de ello es que en cada una se deja entre ver la inocencia de los pequeños. No todo es el sitio de las fotografías ni el vestido o el traje de comunión más caro o económico; sino las personas las que hacen que sean algo más que unas fotos de comunión. He aprendido a ver más allá en el interior de cada personaje para conocer su trasfondo y poder captar su alma, que es la identidad de cada uno de ellos.
Hemos compartido nuestro tiempo en lugares maravillosos en los que nunca puedes pensar que conoces al completo porque siempre habrá algo que te sorprenderá; hemos reído, corrido y compartido secretos.
Estoy agradecido a los padres de los protagonistas de las fotografías porque ellos han dado todo la libertad a sus hijos y a mí como fotógrafo, además jamás nos han limitado en las locuras e ideas locas.
Ahora es el momento de seguir trabajando, llega la temporada de bodas y tras ella de nuevo las comuniones. ¡Espero sorprenderme con nuevos protagonistas y aventuras!
